Lección 01
Es
de suma importancia la postura a la hora de meditar para así
favorecer el adiestramiento de nuestra mente y poder encontrar la paz
interior. Una mala posición puede afectar tanto a la meditación
como a nuestra vida cotidiana.
El
objetivo de la postura es no perjudicar el flujo natural de las
energías que se mueven y ejercitan el funcionamiento de nuestro
órganos y sistemas interiores y que puedan circular libremente sin
afectar, incomodar ni perjudicar nuestro cuerpo. Al igual que si
obstruimos la vena de la pierna esta se duerme, una mala postura
producirá sensaciones desagradables y desequilibradas.
El
espacio donde meditemos es también importante, por lo menos al
principio. Es aconsejable encontrar un sitio libre de ruidos y donde
sepamos que no vamos a ser molestados, una música suave, el sonido
de agua o canto de pájaros es apropiada para ello. Si somos
afortunados y podemos meditar al aire libre, pues mejor que mejor.
Posturas
Señalar
que la postura idónea para la meditación es la de piernas
cruzadas, en loto o semiloto, pero si no nos es posible por
problemas de salud o la edad, podemos elegir la de sentados en una
silla. Tanto en cualquiera de las posturas de loto o semiloto, la
pierna izquierda irá dentro y la derecha delante. Osea; cruzaremos
primero la izquierda y a continuación la derecha encima.
Seguidamente
procederemos a enderezar la columna vertebral, lo más que nos
sea posible. La razón principal de ello es que en la columna se
encuentran las conexiones a todos las partes de nuestro cuerpo, por
lo que una mala postura puede afectar a ciertas partes del mismo.
Hombros erguidos pero relajados en equilibrio con el cuerpo, sin
forzarlos hacia atrás, ni uno mas alto que el otro.
Para
que nuestra columna este recta debemos utilizar un Cojín Duro
de unos 5 a 10 cm de grosor y de 30 a 35 cm de lado. En la postura
del loto necesitaríamos el cojín más grueso, de 10 cm y si nos es
difícil conservar esas posturas podemos simplemente mantener las
piernas cruzadas holgadamente.
Cojín Meditación |
Otra
postura que se suele aplicar por muchas personas, es sentarnos en un
taburete bajo o almohadones con las rodilla apoyadas en el suelo,
para seguir manteniendo la espalda recta y equilibrada.
Hay
dos posiciones especificas para las manos ( aunque en diversas
meditaciones se pide colocarlas de forma idónea para ellas ); con
las palmas hacia abajo apoyadas en las rodillas y los codos estirados
o con la palmas abiertas, mano derecha encima de la izquierda y
pulgares tocándose pero sin presionar, colocando las a unos 4 cm por
debajo del ombligo, procurando lo colocarlas ni demasiado altas y
demasiado bajas.
El
cuello debe de estar ligeramente inclinado con la barbilla
hacia dentro. La boca ligeramente abierta con la lengua
tocando el paladar, esto nos facilitará respirar por la nariz y la
boca y la vez.
Los
ojos deberán mirar al frente siguiendo la linea de la nariz,
como a 1,5 o 2 m enfrente de nosotros. Para los que comienzan y para
las meditaciones que así lo aconsejen, podremos tener los ojos
abiertos, deben cerrarse si estamos visualizando. Debemos quitarnos
las gafas y no enfocar la mirada forzada o artificialmente.
Si
nos es incomoda la posición o sentimos dolor podemos proceder a
efectuarlas tumbados, manteniendo la columna vertebral bien
derecha. La barbilla debe de estar también recogida hacia dentro,
para lo cual podemos colocar debajo de la cabeza un pequeño libro,
una manta doblado o un cojín. Si sentimos dolor en la parte
inferior de la columna deberemos colocar almohadones debajo de las
rodillas, hasta que la parte lumbar este relajada. Es aconsejable
que cuando nos hallamos familiarizado con los ejercicios probemos de
nuevo a la posición de sentados, en la forma que nos sea más
cómoda.
Es
importante la posición del cuerpo, pero este debe de estar relajado,
no debemos sentirnos rígidos. Al igual nuestra postura debe de ser
equilibrada, ni demasiado rígida ni demasiado suelta. Esta práctica
con el tiempo nos ayudará a su vez a mantener la mente equilibrada.
Julia
Mª de las Viñas Martín Sánchez
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