El estrés lo experimentamos día a día y en si el estrés no es malo, se convierte en malo cuando no lo podemos controlar.
El
estrés bueno es aquel que nos ayuda a movilizarnos, nos empuja al
movimiento y a crear, tanto acontecimientos como acciones, nos da
energía y nos revitaliza. Por el contrario el estrés malo nos
paraliza, nos causa un freno en nuestras reacciones, en nuestros
pensamientos y no nos permite actuar o nos hace actuar de forma
errónea.
Tu
forma de pensar, tus creencias, tus valores tienen una influencia en
ti que activan tu estrés, estas pueden ser activando el estrés
positivo o el estrés negativo. Lo que debemos aprender es a
convertir esas reacciones en positivas y tenemos que tener en cuenta
que todos reaccionamos a estrés y que cada persona reacciona de una
forma diferente.
Cuando
nos encontramos ante una situación estresante notamos síntomas
como; una respiración más agitada, el corazón se acelera, las
pupilas se dilatan, sudamos, apretamos la mandíbula, los músculos,
la espalda, vacío en el estomago... esto ocurre por que estamos
activando el mecanismo de sobervivencia. El problema resulta cuando
este mecanismo se dispara sin ningún motivo aparente, por lo que se
convierte en peligroso, es decir, cuando se activa por motivos que no
son relacionados con el proceso de sobrevivir o a un estado en el que
pueda nuestra vida estar en peligro.
La mayoría de las acciones del estrés están motivadas por factores emocionales tales como el abandono, el rechazo, cuando no estamos en control de la situación, cuando carecemos de esperanza... Todos estos son factores que se disparan, muchas veces inconscientemente, motivados por acciones o acontecimientos vividos anteriormente, incrustados en nuestro pasado.
Hoy
en día muchos de los estados de sobre-vivencia que en la antigüedad
necesitábamos, has desaparecido, por lo que nuestro organismo ha
sustituido esos enfoques por otros nuevos. La huida, el tener que
salir corriendo constantemente lo hemos sustituido por el miedo, la
lucha es ahora el enojo, por lo que tenemos que la huida y la lucha
las hemos sustituido por el enojo y el miedo.
Por
lo que para poder controlar el estrés tememos que preguntarnos que
se esta disparando dentro de nosotros; el miedo, la ira, el enojo, el
abandono; ¿ me estas abandonando ?, ¿ Estoy solo/a ?, ¿ me están
rechazando ?, ¿ no estoy destacando ?, ¿ no me puedo valer por mi
mismo/a ?, ¿ No me quieres ?, ¿ No me aceptas ?, ¿ estoy
indefenso/a ?, ¿ no poseo las cualidades necesarias ?, ¿ no estoy
a la altura ?....
Cuando se dispara el estrés tienes que tener consciencia de quien esta tomando el control de esa situación, el adulto que tienes dentro de ti, o es el niño asustado o caprichoso que todos poseemos. Recuerda que la acción de ese estrés viene producida por una acción de tu pasado. Remóntate a la primera acción que provoco ese estado o sentimiento de abandono, pudo ser cuando de pequeño te dejaron solo por primera vez, la primera vez que sentiste rechazo... esas sensaciones de tu pasado, de cuando eras pequeño se han ido reforzando a través de los años por otras situaciones parecidas que has ido acumulando en la misma cajita de recuerdos.
La
próxima vez que comiences a sentir los estados de comienzo de
estrés, párate y pregúntate; ¿ qué esta motivando este estrés,
que lo esta produciendo ? . En el inicio del proceso estresante es
en el momento en el que podemos controlarlo, toma la responsabilidad
adulta, la del adulto que posees y pregúntate; ? Cual es la mejor
forma de controlar esta situación ?. Reemplaza ese estrés
perjudicial y paralizante, por un estrés creativo, de acción, de
toma de decisiones diferentes. Toma la responsabilidad de cambiar
tus emociones referentes a ello. Interrumpe esa primera acción del
estrés y conseguirás enfrentarte a esa situación con habilidad.
Ejercicio;
- Cuando sientas los primeros síntomas toma una respiración profunda.
- Di; “relájate”.
- Intenta recordar cual es la situación primera que te hizo sentir así, cual es el enfoque que comenzó a hacerte sentir esa emoción; el no estar en control de la situación, el sentirte indefenso, abandonado y desesperado
- Una vez que has identificado la situación de tu pasado, proveniente del niño que no contaba con los recursos suficientes para superarla, o no era lo suficientemente responsable para ejecutarla, mírala y obsérvala desde el punto del adulto que ahora eres y actúa en consecuencia, crea o construye nuevas formas de enfoque. Trasmuta ese estrés negativo, perjudicial e incluso enfermizo en una nueva forma creativa de producir un estado. Dejando la reacción del niño, como por ejemplo; “ no me gusta eso”, yo no quiero eso”, por decisiones de adulto; “ no me importa eso “, “ voy a ver que puedo hacer para mejorarlo”, es en ese momento cuando tu como adulto estas enfocándote en la decisión mas responsable o más adecuada.
- Entra en meditación relajante, aunque sea por unos minutos,
Existen
meditaciones para encontrarnos y acercarnos a ese niño interior
nuestro, que necesita de ser reconocido, próximamente os pasaré
unas cuantas que os podrán servir para reencontrarte y sanar con esa
parte. Pero en un principio, siguiendo las pautas arriba indicadas
podrás cambiar rápidamente muchas de las reacciones estresantes con
las que te encuentras cada día.
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